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De acuerdo con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la mayoría de las enfermedades que se adquieren en albercas son causadas por microbios que tienen alta resistencia al agua, como el Cryptosporidium, Norovirus, Shigella o Pseudomonas.

 

Algunos virus pueden sobrevivir a pesar de que el agua se desinfecte con cloro y bromo, por lo que es importante no bajar la guardia durante tu estancia en hoteles y balnearios.

Los organismos, bacterias y químicos pueden atacar tu salud en distintos niveles. Por ejemplo: gastrointestinal, provocando diarrea, vómito y náuseas; cutáneo, con dermatitis, sarpullidos, irritación y onicomicosis, es decir, la aparición de hongos en los pies; en el sistema respiratorio, principalmente, tos y congestión nasal.

 

De acuerdo con la Agrupación Ginecológica Española (AGAE), las infecciones provocadas por bacterias y hongos aumentan en verano o cuando la zona de la vulva se expone a mucha humedad por estar en una alberca, además, el exceso de cloro puede matar la flora favoreciendo la proliferación de hongos lo que puede provocar infeccionales vaginales.

 

Los síntomas son: comezón e irritación principalmente. Incluso, esto también puede afectar las vías urinarias, por lo que se recomienda utilizar un puente de algodón en el área del bikini y no permanecer mucho tiempo con el traje de baño mojado.

 

Por lo anterior, la Secretaria de Salud señala que, para reducir el riesgo de contraer alguna de estas enfermedades, evites ingresar a la alberca si tienes diarrea; recomienda bañarse antes de nadar y orinar o defecar fuera de la alberca.

 

Además, si los niños o niñas aún utilizan pañal, la Secretaría de Salud sugiere no introducirlos a las albercas a menos que se realice una supervisión cada 30 minutos.

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