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La entrega del Nobel a Muratov y Ressa estuvo precedida por el discurso de aceptación del director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasle

La periodista filipina Maria Ressa y su colega ruso Dmitri Muratov hicieron este viernes una defensa de la libertad de expresión y alertaron de las amenazas que sufre en todo el mundo tras recibir el Premio Nobel de la Paz en el ayuntamiento de Oslo.

“Necesitamos ecosistemas de información que vivan y mueran con hechos. Lo haremos cambiando las prioridades sociales para reconstruir el periodismo del siglo XXI mientras regulamos y prohibimos el control económico que se beneficia del odio y las mentiras”, dijo en su discurso Ressa.

os dos periodistas han sido premiados “por sus esfuerzos para defender la libertad de expresión, condición previa para la democracia y la paz duradera”, según el fallo del Comité Nobel noruego.

Ressa habló de la necesidad de “abrazar” las nuevas tecnologías, una idea compartida por Muratov.

“Somos periodistas, nuestra misión es clara: distinguir entre hechos y ficción. La nueva generación de profesionales sabe cómo trabajar con datos”, afirmó el cofundador y director del diario Novaya Gazeta, quien puso como ejemplo su uso para revelar el transporte de refugiados de Oriente Medio a Bielorrusia.

Ressa, que dirige el medio digital Rappler, apuntó al “juego moral de poder y dinero” impulsado por las redes sociales que controlan las grandes corporaciones estadounidenses y que considera una “amenaza fundacional” contra, por ejemplo, las elecciones.

Así denunció que Ferdinand “Bongbong” Marcos, hijo del fallecido dictador, lidera la carrera electoral en Filipinas gracias a una “extensa red de desinformación en redes sociales“, que ha sido expuesta por Rappler, al igual que la sangrienta guerra contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte.

“En menos de dos años, el Gobierno filipino emitió diez órdenes de arresto contra mí, he tenido que pagar fianza diez veces para hacer mi trabajo. El año pasado, yo y un antiguo colega fuimos condenados por difamación por una historia publicada ocho años antes cuando la ley supuestamente violada ni siquiera existía”, lamentó.

Ressa, que ha podido viajar a Noruega después de que la Corte de Apelaciones lo autorizase hace una semana, está inmersa en varios procesos judiciales por sus investigaciones periodísticas y se arriesga a ser condenada a más de cien años de prisión.

El periodismo en Rusia atraviesa “un valle oscuro”, dijo Muratov, y denunció que un centenar de periodistas, medios y activistas han sido tachados de “agentes extranjeros” y algunos han tenido que abandonar el país.

El director de Novaya Gazeta aseguró que la tortura es “práctica habitual” en Rusia y que, a menudo, los casos criminales se basan en “falsas acusaciones y motivos políticos”, como en el caso del opositor Alexei Navalny.

Muratov denunció los “juegos” geopolíticos en el este de Europa y lamentó que una guerra abierta entre Rusia y Ucrania “ya no es imposible”.

La presidenta del Comité Nobel, Berit Reiss-Andersen, señaló que la democracia está “bajo presión y en retirada”, al igual que la libertad de expresión y que el discurso de odio, las noticias falsas y la polarización son un fenómeno mundial.

La entrega del Nobel a Muratov y Ressa estuvo precedida por el discurso de aceptación del director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, ganador el año pasado pero que no pudo viajar a Oslo al ser suspendida la ceremonia por la pandemia de coronavirus.

 

 

Con información de EFE.

RAMG

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